El cielo entornado ha cerrado sus ojos, igual que en el
mundo ya no hay anteojos.
El aire templado me acaricia por momentos, ocultándome que
ya, el mundo yace yermo.
No busques en las sombras oscuros pensamientos, ama la
claridad y la luz que llevas dentro.
La vida encarnada hace eco de sus jugadas, más yo no me
arrepiento del corazón contento.
No busques en palabras la magia de los gestos, pues todo es
tan ambiguo que el alma estalla presto.