Se sembró el campo con la escarcha helada, lo inundé de
flores, pero tú ya no estabas.
Despertaron estrellas en la noche callada, que leyeron mis
versos al abrigo del alba.
Ya no mana poesía del delirio del alma, y mi vida se rompe
sin poder controlarla.
El corazón se cansa de silenciar la nada, rebosante como
está de poesía engalanada.
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