Y le pedí a los sueños que transportaran abrazos, caricias
desquiciadas, tremendos arrebatos.
Y le pedí a la vida esperanza, dinamitada por el tiempo,
escondida entre las brasas.
Y le pedí a la risa retorno a mi garganta, haciendo manifiesto
de interminable labranza.
Y le pedí al camino disfrute con la chancla, ya sea verde o
negra, transparente o de hojalata.
Y le pedí al aire suspiros de pirata, amando los rincones, poseídos
por las almas.
Y le pedí a mi cuerpo paciencia desgastada, pues el corazón
y los versos se confunden tras la almohada.
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