Al
salir el sol en la naciente mañana ,mi pecho se abre a la longitud del alba.
Mi
pelo enredado en la noche oscura, se vuelve cobrizo, brillando con locura.
El
olor del campo llega a mi ventana, mientras el mirlo blanco observa la
templanza.
Tu
espacio vacío que mi mente no calma,
se
transforma entonces en un pincel de plata.
El
cuaderno perdido, reposado en la infancia,
acaricia
mis manos, me sumerge en su alma.
La
poesía que nace desde mi pecho grana,
se
ha descolorido en silencio escarlata.
Ha
salido tu nombre del baúl, en la estancia.
Se
han abierto las puertas en las que mi corazón cabalga…
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