Duelen
los latidos inexorables del tiempo.
La
persecución ansiosa de mi alma por no perderse.
La
febril presencia del sentimiento ya desterrado de este tiempo.
El
vagabundeo de la letargia en que se envolvió el pensamiento.
La
cicatriz exonerada a nivel de piel, pero invasiva en el tumulto
de
emociones.
La
introspectiva esencia del no sufrimiento paralelo.
La
falta de pasión desenfrenada perdida en un poema.
El
idílico retorcido entre la maraña de besos y versos.
Duelen
pero abren en línea recta la realidad de los sentimientos,
que laten en el cuerpo, que
proyecta amalgamas de colores y silencios inciertos.
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