Con el corazón henchido, desbordante el sentimiento, camina con
sosiego la luz de los tiempos.
Con el corazón gitano abrazado de aguaceros, se sienta en el
resquicio un noble prisionero.
Con el corazón bruñido de oro y negro hollín, andando de
puntillas diviso un arlequín.
Con el corazón sensato de tanto sucumbir, cantando entre las
olas he visto al querubín.
Con el corazón abierto, con sangre en su latir, se debate la
princesa sopesando el porvenir.