Y el verso le dijo a la poesía, yo soy la llave abierta a la
melancolía.
Así el verso se afanó, mostrando la piel latente en cada
renglón.
La poesía tuvo que sucumbir, ya que sin el verso no podía existir.
Desde entonces, les he visto relucir, despertando corazones
que no saben ni latir.
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