La tempestad creció detrás del olvido, palabras errantes sin
son ni sentido.
La tempestad surgió de la nada inesperada, rompiendo hechizos
de limpia mirada.
La tempestad proclamó su lema enarbolado, pero mi alma en jirones
no desató pasiones.
La tempestad se instaló por tiempo inconcreto, mas todo mi
cuerpo fue un parapeto.
La tempestad se fue en una mañana, vestida en desaires y sin
mucha gana.
La tempestad firmó en el cielo un lamento, dejando mi
corazón lleno de fragmentos.
La tempestad lucho con el firme viento, más en esa batida
sucumbió a los tiempos.
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