Olvidaste que en la primavera siempre fui un clavel de
invierno.
Olvidaste que las hadas bordaban mis silencios.
Olvidaste que el amor, sin pasión, solo recuerdos.
Olvidaste quien fui, cuando yo acunaba el viento.
Olvidaste la piel erizada, las caricias hirviendo.
Olvidaste que me amabas, ahora soy un “Te quiero”.
Olvidaste la mujer de pasiones y de sueños. Girándote en el
camino a las flores de entretiempo.
Olvidaste mi fuerza y la energía de mi universo, aquella con
la que vibrabas sin recurrir a otros cuentos.
Olvidaste
que fui tu princesa en este mundo siniestro. Pero que no se te olvide, que aún
con el amor más inmenso, puedo fluir un día y desaparecer de este universo
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