por pensar cosas extrañas,
sin motivo ni fundamento.
Pero te amo tanto
amor que ya no soy sino ciego,
y por más que
quiera ver se me confunde el cerebro.
¿Por qué te querré
tanto? ¡Porque tanto te quiero!...
Aunque no estés a
mi lado, te tengo alborotando mi pecho.
Y teniéndote
cerca, siento tu respiración en mi boca
muriendo.
Entonces se acaba
el mundo, no hay luces, ni deseos,
entonces te pertenezco.
Tal vez en ese
instante de mi alma desgarrada,
llegará hasta mis
oídos el lamento del mañana.
Moriría simplemente,
por no tener tu mano clara.
Para un príncipe azul
de una princesa enamorada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario