Y
permaneces aquí, acurrucando mis desvelos.
Me
abrazas, me sostienes, me levantas desde el suelo.
Ahora
sé por qué llegaste, ángel de la guarda
eterno.
Tan
joven en esa edad, tan hombre en los sentimientos.
Gracias
mi pequeño héroe por salvarme de mis silencios,
Por
tranquilizar mis penas, por ser mi pedazo de cielo…
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