jueves, 25 de febrero de 2016

Un día


Que terrible ansiedad, envolvía mi mañana.
Que profundo surco en el centro de mi alma.
Cuántas risas producidas, por un dulce resplandor de plata.
Cuánta rutina lejana, cuán cercano tu amor recogido en un rincón,
posado  en una mano.
He mirado al horizonte, buscando mi mañana.
He visto salir el sol, teñido de desesperanza.
He querido llorar,  por no entrar a tu morada.
Prefiero sino reír, no con los ojos de la cara.
Y soñar dulce sueño, el reencuentro de dos almas.
Seguiré esperando entre tinieblas vagas, abrazos y destemplanzas.
Llegará pues el tiempo, del retorno de las almas, cuando el rio fluya solo
manantial de agua dorada.
Siempre estaré allí, incansable estatua labrada…


1990

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