En la cumbre de
la montaña, el viento despeino mi pelo, aun así pensaste que era la más guapa…
En la noche
oscura el miedo apelmazo mi corazón inquieto, cuando pude contártelo tus
palabras se enfrentaron a mis miedos…
En las horas sin
consuelo, tú fuiste mi reflejo, lloraste conmigo y aplacaste mis anhelos…
Cuando sientes
como miro, no preguntas ¡ya me abrazas! Y de mi triste boca, la alegría
desatas.
No puede existir
una unión más perfecta, pues somos parte de una misma tierra.
Ahora se, porqué viniste a ocupar mis momentos, eres la
luz que hace de mi vida un cielo abierto…
No tengo ya más
palabras para expresar lo que siento, pero solo con mirarte entiendo el divino
universo.
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