En
una coleta alta quiero decorar una ristra de amapolas que me van a engalanar.
Será
una diadema, lucida en colores, que van desgranando aquellos locos amores.
Ahora
tan rojas, las quiero regalar, pues hacen del corazón un fuego inusual.
Tan
hermosas que pueden lucir, las beso despacito, ya tengo carmín.
No, nada de esto ocurrirá, las
amapolas son del campo, salvajes en su majestuosidad.
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