Las
imperturbables libélulas revolotean
dichosas en mi honor.
Llego
el tiempo del silencio del recogimiento en el corazón.
Las
poesías se bifurcan en el sinuoso sendero.
La
clave de música cambio el tercio del soneto.
Ya
no son los versos para nadie, se ha adueñado el viento
de
las palabras, de las letras, de los tiempos…
Pedí,
soñé y esperé que el ser un solo alma nos volviera a los
exquisitos
momentos del comienzo, pero no todas las almas
están
dispuestas a ser una sola en el mar del sentimiento.
Lanzaré
mi corazón a través del verso y llegará temprano
a
los corazones abiertos.
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