La luna insistió que, si yo quería, sería una estrella
brillando con alegría.
Sabía que no era, pero lo tenía que intentar, no soy la
princesa de tu dulce despertar.
Transformarme en una nube, en un jardín sideral, pero
siempre prevalece mi linaje de humanidad.
Vague entre los sueños y la dulce realidad, encontrando
entre mis manos el pedazo de verdad.
Me expando en la tierra, me reprogramo en la dualidad, pero
no alcanzo las hojas desparramadas en tu caminar.
En la profunda meditación, donde no existe el pensar, me
diluyo en las poesías, no lo puedo evitar.
Tu mundo entre tus pasos, el mío en verso va, solo de las
almas depende la fusión interestelar.
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