Era tarde, sin letargo, abanicando brisa, mar adentro
espumado, sin prisa.
Las luces se perdieron en ese mar lejano, distintas
cabriolas ensayaron las olas.
Los peces de colores perdieron rumbo cierto y en la noche
estrellada se escaparon mar adentro.
Las olas resurgidas en mantos de nubes plata, acarician la
orilla, omiten destemplanza.
La tierra deslizante asume su firmeza y manda mar adentro
toda la tristeza.
Los sueños se despiertan, se levanta la entereza y proclama
mar adentro maremotos de grandeza.
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